El aceite de palma está presente en casi todo: desde el pan y los pasteles, hasta el champú y la crema dental. También ha sido protagonista en los titulares por el debate sobre su impacto ambiental. La gran pregunta que muchos consumidores se hacen es: ¿el aceite de palma puede ser sostenible?
La respuesta es sí. El aceite de palma certificado por la RSPO (Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible) es un producto sostenible. De hecho, es la forma más eficiente de cubrir la creciente demanda mundial de aceites vegetales, utilizando apenas una décima parte de la tierra que requieren otros cultivos para producir la misma cantidad de aceite.
El aceite vegetal no solo se usa en la cocina; es un ingrediente esencial en múltiples productos del día a día. Aporta textura a las masas, evita que los ingredientes se peguen y permite que los cosméticos mantengan su consistencia.
Alrededor de la mitad de los productos envasados que se encuentran en un supermercado contienen aceite de palma, sin contar otros aceites vegetales.
Esto demuestra que muchos artículos cotidianos no podrían existir sin este ingrediente, cuya demanda crece a medida que aumenta la población y el poder adquisitivo en todo el mundo.
uando se habla de eficiencia, la palma aceitera destaca entre todos los cultivos oleaginosos. Alternativas como la soya, la colza o el girasol necesitan entre seis y diez veces más superficie de tierra para producir la misma cantidad de aceite.
De acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), sustituir la palma por otros cultivos implicaría una deforestación masiva para obtener nuevas áreas de cultivo, agravando el problema ambiental que algunos buscan evitar.
Para igualar la producción del aceite de palma con otros aceites, serían necesarias 50 millones de hectáreas adicionales de tierra, lo que equivale aproximadamente al tamaño de España.
Si el mundo no puede prescindir del aceite vegetal, y el aceite de palma es el más eficiente, la solución está en hacer que su producción sea verdaderamente sostenible.
Ahí es donde entra en juego la certificación sostenible. Entidades como la RSPO —a la cual Asian Agri se unió en 2006— establecen normas claras: prohíben la deforestación, protegen los ecosistemas de turberas y garantizan los derechos humanos.
En 2018, más de 4.000 miembros del sector industrial, gubernamental y académico votaron a favor de fortalecer los estándares de sostenibilidad, un avance aplaudido por el WWF como un paso clave hacia una producción responsable.
En países como Indonesia, la certificación ISPO ya es un requisito legal para los productores. Sin embargo, los pequeños agricultores, que representan el 41% de la producción, enfrentan desafíos por la falta de recursos y conocimientos para certificarse.
Por eso, Asian Agri ha impulsado proyectos junto a WWF, Carrefour, el PNUD y la Fundación Tanoto, logrando que cooperativas de pequeños productores obtengan certificaciones RSPO e ISPO, marcando hitos en sostenibilidad en Indonesia.
Además, con su programa One to One Partnership Commitment, la empresa iguala cada hectárea propia con una de un pequeño agricultor, ayudándolos a mejorar su productividad y adoptar prácticas más sostenibles.
Otro pilar clave es la trazabilidad. Debido a la complejidad de la cadena de suministro del aceite de palma, garantizar su origen es un gran reto. Aun así, Asian Agri logró en 2017 la trazabilidad total de su producción.
También participa en SUSTAIN, una alianza que utiliza la tecnología blockchain para mejorar la transparencia en la cadena de valor del aceite de palma, junto a productores, fabricantes y organizaciones sin ánimo de lucro.
Los consumidores también tienen poder de cambio. Durante años, las marcas han evitado mencionar el aceite de palma en sus etiquetas, usando términos genéricos como “aceite vegetal”. Sin embargo, las empresas que usan aceite de palma certificado pueden destacarlo en su empaque, de forma similar al sello de Comercio Justo.
Al elegir productos con certificación sostenible, los consumidores impulsan una industria más responsable. Como explica la doctora Jennifer Lucey de la Universidad de Oxford, la demanda de aceite de palma sostenible está liderada por América y Europa; si estos mercados se retiran, las reglas las impondrán los compradores que priorizan el precio sobre la sostenibilidad.
Aunque la industria aún enfrenta desafíos, el aceite de palma sostenible es una realidad posible y en expansión. Con certificaciones más estrictas, proyectos con pequeños productores y consumidores conscientes, el camino hacia una producción responsable está más claro que nunca.
En conclusión, cuando el aceite de palma se produce bajo estándares certificados, es sostenible. Y ante el creciente consumo mundial de aceites vegetales, la opción más eficiente y sostenible sigue siendo el aceite de palma certificado.
Ofrecemos aceites vegetales 100 % puros de canola, maíz, soya, girasol y oleína de palma, así como mezclas formuladas técnicamente para satisfacer necesidades específicas de proceso y rendimiento. Disponibles en formatos industriales y comerciales: a granel, garrafas plásticas de 14 y 20 litros, canecas de 55 galones y frascos de 500, 1.000, 3.000 y 5.000 c.c.





Agradecemos su preferencia al brindarnos la oportunidad de proveerles nuestros productos y servicios. Como ya es costumbre, suspenderemos labores por vacaciones colectivas a partir del 22 de diciembre de 2025 y reiniciaremos nuestros servicios el día 7 de enero de 2026.
Estaremos recibiendo pedidos hasta el 5 de diciembre de 2025 y efectuando las últimas entregas el jueves 18 de diciembre.
¡La familia SUPRACEITES S.A, Agradece toda su colaboración y confianza, les desea una muy bendecida navidad y próspero año 2026!