El aceite de oliva extra virgen podría ser un aliado para la salud cerebral, según investigación reciente
Un estudio observacional realizado con más de 92.000 personas halló que quienes incorporan diariamente media cucharada de aceite de oliva presentaban un riesgo reducido de muerte por enfermedades neurodegenerativas como la demencia o el Alzheimer.
Ante el creciente interés por cuidar la mente, muchas personas buscan soluciones accesibles para proteger el cerebro. En ese contexto, el aceite de oliva, pilar de la dieta mediterránea, gana protagonismo: no solo aporta sabor a las preparaciones, sino que investigaciones recientes sugieren que podría tener efectos neuroprotectores. Según EatingWell, los estudios respaldan el posible papel del aceite de oliva en la prevención de trastornos neurodegenerativos, especialmente si se presta atención a su calidad, almacenamiento y uso en el hogar.
Uno de los trabajos más citados utilizó datos de 92.383 participantes, más de la mitad mujeres, durante un largo período. Los resultados revelaron que consumir alrededor de media cucharada (≈ 7 gramos) de aceite de oliva al día se asoció con un 28 % menos de riesgo de fallecimiento por demencia. Aunque los autores no concluyeron una relación causal directa, la correlación es sugestiva, sobre todo dentro del marco de una dieta mediterránea.
Para quienes han visto los efectos devastadores del Alzheimer en su círculo cercano, este hallazgo genera una esperanza sencilla: un producto habitual podría contribuir al mantenimiento cognitivo.
El prestigio del aceite de oliva se fundamenta en su perfil químico. Contiene ácidos grasos monoinsaturados y antioxidantes naturales como oleuropeína, hidroxitirosol y oleocantal, los cuales han demostrado ejercer efectos antiinflamatorios y proteger las células neuronales del daño oxidativo.
Estudios experimentales también señalan que estos compuestos pueden modular rutas de señalización celular, favorecer la limpieza de proteínas tóxicas en el cerebro y mejorar la barrera hematoencefálica, aspectos clave en enfermedades como el Alzheimer.
No obstante, no todos los aceites ofrecen el mismo beneficio: los aceites extra vírgenes, menos procesados y con mayor contenido de polifenoles, son superiores para la protección neurológica.
Adquirir un buen producto no basta. Para preservar sus propiedades saludables, el aceite debe protegerse de la oxidación. Factores como la luz, el calor y el contacto con el aire pueden degradar sus antioxidantes y grasas beneficiosas.
Por ello, se recomienda elegir botellas de vidrio tintado (preferiblemente verde), que bloqueen la luz y reduzcan la permeabilidad al oxígeno. Además, un formato alargado y estrecho favorece una apertura frecuente y un uso rápido, minimizando el tiempo de exposición del aceite al ambiente.
El dispensador no es un detalle menor. EatingWell sugiere optar por envases de vidrio verde o ámbar, no porosos, y con tapas que mantengan el contenido sellado entre usos. Un dispensador con varias tapas o un embudo incorporado facilita el remplazo y reduce la exposición del aceite al aire.
Tener una tapa abatible permite servir con rapidez y volver a cubrir el recipiente inmediatamente, protegiendo el aceite. Muchos usuarios valoran estas características por contribuir a una cocina más funcional y saludable.
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